Cuentan que el ex-lendakari Carlos Garaikoetxea afirmaba que en el primer gobierno vasco surgido tras la dictadura sólo había un responsable de comunicación para el conjunto del órgano ejecutivo. Hoy puede haber, entre funcionarios, cargos de confianza y otros indirectos unos… ¿sesenta?
Pero hace mucho que Bob Dylan cantaba aquello de que los tiempos están cambiando. Y vaya si han cambiado. Hoy cada administración, estatal, autonómica, foral o local tiene muy claro que necesita comunicar para que su acción sea convenientemente valorada por los ciudadanos por un principio básico de transparencia dirigido al bien público y se dota de equipos más o menos potentes de comunicación. Además, políticamente, ya sabemos que los ciudadanos se convierten en votantes según los ritmos electorales establecidos en las diferentes jurisdicciones, y eso, desde luego, no se les escapa a los partidos.
Sin embargo, tal vez más por una cuestión de medios que por falta de perspectiva, los ayuntamientos a veces no tienen demasiado en cuenta el establecimiento de una adecuada estrategia de comunicación para los vecinos, destinatarios de las acciones locales y jueces últimos, con su voto, sobre las mismas. ¿Se puede acometer un plan urbanístico sin contar con la gente que habita el lugar?
“Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación…” (“Bienvenido Mr. Marshall”) decía desde el balcón del ayuntamiento, Pepe Isbert, el máximo mandatario local de aquel pueblo berlanguiano que quería agasajar a la comitiva “americana” dándole una bienvenida disfrazada de faralaes y sombreros cordobeses en la castellana Villar del Río (Guadálix de la Sierra). Lógicamente, el discurso acababa en un ¡Viva Andalucía! Lo cierto es que los alcaldes, más que una explicación, lo que saben que han de ofreceres un diálogo con los vecinos, de manera que éstos puedan seguir, opinar e incidir sobre los proyectos que les afectan . Bien puede decirse que el de hoy es un “vecino digital”, alguien cada vez más informado y habituado a hacerse oír. Desde luego, nadie que no lo sea se va a dejar disfrazar de andaluz. Este tipo de equívocos autonómico-folclóricos sólo tienen éxito en las taquillas cinematográficas cuando un Dani Rovira y un Karra Elejalde lo bordan. En la vida real es mejor contar con los vecinos, escucharles y actuar en consecuencia. Si es así, se actuará hacia un beneficio común y ello se reflejará en los resultados electorales. En definitiva, con un buen plan de comunicación local, no hará falta ni tan siquiera gritar al unísono, que siempre queda un poco chusco, aquello de ¡Viva mi pueblo!
Deje su comentario