Que el power-point es una herramienta de presentación muy potente ha quedado constatado por su uso generalizado. También es cierto que hay quien lo usa muy bien y quien lo hace rematadamente mal. En gran medida, ello depende del guión.

powerpoint

Los efectos y los elementos multimedia bien utilizados dan atractivo a una presentación.

Toda presentación debe tener un guión. A fin de cuentas se trata de dar a conocer el relato de unos hechos de la manera más atractiva para que el contenido llegue al espectador. Sin embargo, es común usar la diapositiva para llenarla de texto que el ponente se limita a leer con monotonía. En los casos más obtusos, se hace uso de unos gráficos imposibles cuya interpretación viene dada por unos textos minúsculos e ilegibles. Este tipo de presentación suele contener una cantidad aplastante de diapositivas y la tarea de detenerse en cada una de ellas acaba por hacerse imposible tanto para el ponente como para el auditorio. Al final, como no hay tiempo suficiente, se pasa por alto una buena cantidad de ellas y se transmite un mensaje confuso, prolijo en detalles ininteligibles y pobre en eficacia.

Un buen ponente necesita un número de diapositivas ajustado a su discurso, que se rige por un guión trabajado y que apoyará con una buena imagen o frase que acompañe y fije la idea que se pretende dar a conocer. El buen ponente no lee lo que se refleja en la pantalla, sino que la usa como complemento a lo que cuenta para hacerlo más fácil de aprehender. Si hace un uso equilibrado de los efectos y las posibilidades multimedia enriquecerá su relato. El guión, por supuesto, le permitirá controlar las ideas y el tiempo que a fin de cuentas, son los materiales con los que intenta seducir a su auditorio.

Un buen guión tendrá una presentación del contenido, un nudo y un desenlace, como toda buena historia. Un toque de humor, una aportación personal del ponente y buenos conceptos condimentarán un buen resultado. Tampoco se trata de que el guión sea tan perfecto que quede impostado. El gran director y guionista José Luis Borau decía que un guión demasiado redondo le quitaba cierta naturalidad a la película. Pero cuanto mejor sea el guión, mejor actuará el ponente. Por ejemplo, la fantástica actuación de Alfredo Landa en “Los Santos Inocentes”, bien distante del landismo de otras épocas,  también se debía en buena parte al guión. En todo caso, siempre puede haber algún detalle inesperado que mejore el resultado. El mismo Joe Eszterhas, famoso por la “inviolabilidad” de sus textos fílmicos, reconoce que el cruce de piernas más famoso del cine no estaba en su guión de “Instinto básico”, sino que fue una idea del director, Paul Verhoeven, que Sharon Stone no tuvo inconveniente en llevar a cabo para conseguir hacer historia en el cine.