¿Conoces a Jack Dorsey? No importa, diez años ha cumplido Twitter con Jacky y sin sus fagocitados a la cabeza y en este tiempo se ha consolidado como una red social de éxito que hace de su limitación de texto la clave de su éxito, al menos para unos 500 millones de usuarios.
En realidad, los 140 caracteres son engañosos porque también sirven de puerta al hipertexto, así que cualquier enlace puede multiplicar cualquier aportación. Como se describía en una novela de Le Carré, empiezas a profundizar en un simple dato de una intriga de la Alemania del Este y, al final, puedes perderte en un laberinto de historias de espías secretísimos.
Pero, con una vocación de inmediatez, en un tweet sí que es cierto que lo que cuenta es el primer impacto, lo que vendría a ser un buen titular. Así lo han entendido los políticos. Los tweets son una fuente inmediata para los informadores sobre el posicionamiento de los lideres de los partidos. Que se lo pregunten a Íñigo Errejón, cuyo supuesto desacuerdo con Pablo Iglesias también se ha interpretado desde la desaparición de su ritmo habitual de producción de mensajes. En fin, con la incorporación del Papa Francisco a la plataforma del pajarillo, queda claro que el triunfo de la plataforma quedó, cuando menos, bendecido. “urbi et orbi”.
En Twitter tiene cabida casi todo el mundo, y algunos con gran cantidad de seguidores, como el muy bizarro Arturo Pérez Reverte o el espiritual Paulo Coelho. Ahora bien, para el común de los mortales, ¿cuál es la utilidad objetiva de Twitter? como en toda red social, está claro que permite a la gente corriente expresarse y, en este sentido, el gracejo popular no deja de ser en ocasiones admirable para enriquecer ocurrencias poco afortunadas de famosillos y otros entes orbitales. El límite, como es lógico, además del subjetivo buen gusto, debería ser el juzgado de guardia.
Es claro que las redes sociales son, en principio, un gran negocio para las plataformas gestoras, lo que no quita para su mérito como decantadoras de nuevas formas de relación virtual. Corporativamente, Twitter aporta la sencillez de su uso y un potencial informativo directo. En este caso, la frescura que aporta la autoría de la persona propietaria de la cuenta no es tan importante como la precisión y adecuada exposición del contenido que pueda añadir un buen editor corporativo.
Con Twitter, las organizaciones disponen de una plataforma efectiva para ponerse en contacto con sus seguidores tanto internos como externos. Para cualquier organización “Nosequién acaba de ser despedido como director general, #atomarporsaco” o “Acabamos de conseguir un contrato de 1 billón de euros #vivaelnegociador”, son tweets que mejoran, por explícitos, cualquier microrrelato literario, como aquel sugerente y enigmático de Dorronsoro: “Cuando despertó, el dinosaurio, todavía estaba allí”. En estos tiempos, lo mismo desaparecía en cuanto diera otra cabezada.
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