Si dirige una organización de menos de cien personas y nadie se entera de nada exceptuando su camarilla, es usted un zote comunicacional. Si usted dirige una de 1.000 personas y sólo se preocupa de que se enteren de lo que a usted le interesa, lo suyo no es una organización cualquiera, es una dictadura comunicacional. Por cierto, recuerde que algunos dictadores acaban mal.
No hace falta ser un filósofo para saber que las personas hacen las organizaciones y que de ellas depende su buen funcionamiento, la calidad de sus productos y servicios. Se supone que el internet de las cosas, el big data, la robotización, la empresa 4.0 y la informatización de las instituciones ya están cambiando la gestión y actividad de las organizaciones. Pero son las personas las que deciden y para las que se debe decidir y, por tanto, debieran ser las protagonistas del cambio. En fin, es noticia que ya se puede registrar el nacimiento de un niño por internet sin tener que ir al juzgado, pero, bautizado o no, es al niño al que se le da nombre…
Debe de haber un grupo estadounidense que replica una célula organizativa cuando ésta llega a las cien personas porque, a partir de este número, las relaciones personales y profesionales cambian. Discutible, pero, desde el punto de vista de la comunicación, se entiende el argumento. Desde luego, se ahorran crear una cierta estructura de comunicación que necesitarían si crecieran de otra forma. Aunque, pobres, necesiten de otras.
Las dictaduras también saben del poder de la Comunicación. No hay que acudir a discursos distópicos tipo “Un mundo Feliz” o “1984”. Basta con fijarse en la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini o la España de Franco, más sutil y duradera. La lectura obligatoria de la biblia y el canto del himno al comenzar cada día de escuela era un rito comunicacional de primer rango (una y católica). Aunque el caso más escandaloso tal vez sea el de la saga Kim de dictadores hereditarios de Corea del Norte. Las sincronizadísimas coreografías masivas son un espectáculo macro que se complementa, según se dice, con la necesidad en formato micro de mostrarse entusiasmado en cada reunión con el heredero de turno que corresponda so pena de ser fusilado. Y eso es comunicación. El lado oscuro, de acuerdo, pero comunicación.
En Dos Comunicación creemos que las empresas de tamaño mediano son nuestro campo de acción. Las pequeñas deben de contar con una comunicación que fluya de forma natural y no hay ninguna grande que no disponga ya de su equipo de comunicación, aunque en ambas podamos ofrecer un apoyo en áreas específicas. Como no nos gusta el culto al líder, nuestro cliente es autocrítico e inteligente: es consciente de que necesita comunicación y de que lo mejor para su futuro es llevarla a cabo adaptada a la medida de… sus personas.
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